viernes, 26 de septiembre de 2014
domingo, 21 de septiembre de 2014
MADURO QUITO NACIONALIDAD A MARIA CONCHITA
La actriz y cantante María Conchita Alonso, habló con El Comerciosobre su próximo concierto del 17 de octubre en el María Angola. Sin embargo, el principal tema de la conversación, fue el retiro de su nacionalidad venezolana por el régimen de Nicolás Maduro, anunciado en el periódico estatal “Gaceta Oficial”.
"Te pueden quitar la nacionalidad y yo la puedo tener de vuelta, pero no creo que valga la pena meterme en un pleito legal sin ver su próximo paso... El régimen hace lo que le da la gana, la Constitución de Venezuela en su art. 40 dice que si uno llega antes de los 7 años al país (ella llegó de Cuba a los 4 años), una es considerada venezolana y el artículo siguiente dice que lo único que no puede ser una persona que llegó de otro país es ser presidente. Y fíjate, es el caso de Nicolás Maduro", comentó la artista.
María Conchita insiste en su pedido de una intervención estadounidense en Caracas, pero marca distancia con su hermano Robert, radical promotor de las guarimbas (barricadas) en varias ciudades del convulso país. Aunque está segura de que la Constitución de Venezuela protege la naturalización venezolana de los que migraron desde los 7 años (ella legó de Cuba cuando tenía 4).
Dijo, además, que no piensa entablar un pleito legal. Prefiere esperar a ver el próximo paso de la que llama una ‘tiranía castrocomunista’. También nos contó del 'reality' que está produciendo de su vida junto a su novio y manager Fernando Barrera, quien la acompañará en su visita a Lima.
domingo, 7 de septiembre de 2014
BELKIS ARIZALA HABLA DE DISCRIMINACION
¿Dónde nació?
En Cúcuta.
¿Cuál es el origen de su familia?
Mis padres son de un corregimiento llamado Imbilí, a una hora del casco urbano de Tumaco. Humildes pero perseverantes, salieron de Imbilí a buscar mejores oportunidades. Por eso, nosotros nacimos en diferentes sitios: mi hermana mayor, en Tumaco; la segunda, en La Calera (Cundinamarca), y los tres últimos, en Cúcuta. Finalmente nos establecimos en Bogotá. Aunque nunca estudió y sólo con el esfuerzo de su trabajo en el área, mi papá llegó a ser experto en construcción de túneles y ese es el oficio al que se dedica. Ha sido un ejemplo para la familia.
¿Cuáles estudios realizó usted?
Hice la carrera de administración de empresas, con énfasis en banca. Pero como muchas otras jóvenes en el país, cuando salí del colegio mi primer sueño fue ser Miss Colombia. Lamentablemente no aceptaron que yo representara a Norte de Santander en Cartagena.
¿Por qué?
Porque la “primera dama” del departamento de entonces dijo que yo no representaba el “concepto racial” de Norte de Santander. Ese rechazo, para una joven de 19 años, fue muy duro. Al principio no entendí la dimensión de lo que ocurría, pero poco a poco fui asimilando que se trataba de un acto de discriminación por el color de mi piel.
En la época del colegio, ¿sufrió algún rechazo por lo mismo?
Hubo algunos roces. En realidad no tuve amigos en el colegio o en la universidad, pero no le daba mucha importancia porque estaba más ocupada tratando de destacarme por ser una de las mejores estudiantes. Pero cuando sentí el rechazo de ir al Concurso Nacional de Belleza denuncié el hecho y se armó un escándalo. Algunos de los más destacados periodistas me entrevistaron y unos medios hicieron una ENCUESTA sobre el tema, con un amplio apoyo para mí. Así fue naciendo en mi mente la idea de trabajar por el derecho a la igualdad de oportunidades para todos.
La discriminación de que fue víctima, ¿le sirvió para iniciar su posterior carrera de modelaje?
Sirvió para promover mi carrera como modelo. Después de salir de la universidad decidí irme a vivir a México en donde, después de esfuerzo y trabajo, me consolidé como una top model. Siendo ya conocida en el D.F. (Distrito Federal), la Embajada de Colombia me llamó para que representara al país en Miss Turismo Universo, concurso que se realizaba en la ciudad de Pachuca. Podría decirse que me saqué el clavo: obtuve el tercer lugar y me dieron el título de princesa. A partir de entonces, perdí interés en ser reina.
¿Su éxito como modelo le ha dado armas contra la discriminación?
El modelaje ha sido una herramienta para enviar mensajes. He participado en desfiles de todos los diseñadores del país y en muchos de diseñadores internacionales, pero siempre autoafirmando mi condición y dejando un poco de lado los estereotipos de belleza: decidí escoger mi imagen y marcar la diferencia con un estilo particular. Cuando el estereotipo indica que las mujeres bonitas responden al mismo patrón y llevan siempre, por ejemplo, el pelo largo y liso, yo opté por raparme. Sin que ese fuera mi propósito prioritario, mis presentaciones se convirtieron en un espectáculo pues la gente tenía curiosidad de ver a la “calva”.
Entonces, ¿se rapó como una forma de protesta?
Al principio no fue así. Todo empezó cuando estaba en la universidad y unas compañeras, jugándome una broma, me afeitaron una parte de la cabeza. Después del primer impacto me lo dejé crecer, pero cuando ya empezaba a participar en desfiles, ningún peluquero de Bogotá quería peinarme. Se pasaban el secador de uno a otro porque no sabían cómo arreglarme. Lamentablemente la industria de la belleza también tiene sesgos discriminatorios.
¿Cuándo tomó la decisión de raparse del todo?
Hay una historia cultural de raíces profundas entre la población afrodescendiente con relación al pelo, pero nuestras mujeres, en lugar de enorgullecerse, niegan sus características porque temen no ser aceptadas. Yo me dije: en lugar de negarlo, voy a mostrarme sin él, voy a ser diferente. Y me rapé. Nunca me imaginé que gracias a este gesto se me iban a abrir puertas y espacios distintos. Le añadí un criterio y de allí surgió un discurso.
Es decir, ¿para usted el estándar medio de belleza femenina también expresa discriminación?
Claro, pero eso no tendría tanta importancia si al tiempo con la apariencia externa hubiera sentido de pertenencia a una etnia. He conocido modelos que tienen la piel más oscura que la mía, pero no lo aceptan porque intentan adaptarse a unos patrones de sociedad. Si todas las personas de piel oscura nos reconociéramos como tales, fortaleceríamos nuestra identidad exhibiendo con orgullo nuestras formas: la nariz, la boca, el pelo, el color de la piel.
Interesante decirlo, difícil aplicarlo. Por ejemplo, ¿usted se ha sometido a alguna cirugía plástica para afinar rasgos de su cara o de su cuerpo?
La única cirugía que me hicieron fue en el busto: me añadieron volumen porque siempre he sido muy delgada. Pero le puedo asegurar que cuando todas querían ser “yayitas”, a mí nunca me interesó ese aspecto. A las personas que preparamos en la fundación, siempre les decimos que no caigan en la trampa de la manipulación de la publicidad o del consumismo.
Aparte del rechazo que sufrió cuando intentó participar en el concurso de Miss Colombia, ¿ha tenido que enfrentar otras situaciones similares?
Una vez me impidieron entrar a un bar, precisamente en Cartagena. El dueño había dado la orden de no permitir elingreso de personas afrodescendientes porque, según había dicho, las mujeres de piel oscura eran prostitutas y no podían ingresar, excepto que estuvieran acompañando a un extranjero. Se constituyó un acto de discriminación que se sobreimponía a otros: primero, por ser mujer; después, por ser “negra”. Como era mujer y negra, la siguiente calificación era que tenía que ser pobre. Lo que faltaba era que debía ser prostituta. Pareciera que entre más discriminados somos, más discriminadores se vuelven los otros. Cuando llegué a México me contaron que había avisos en las agencias de casting según los cuales no se les hacían pruebas de modelaje a indígenas o a negros. Me dio risa porque esa categoría excluía a casi toda la población.
Siendo tan reconocida, ¿todavía la rechazan?
Ya no. Pero hace un tiempo, una noche, tampoco me permitieron el ingreso a un sitio público de la 82, en Bogotá. Por mi queja, lo cerraron y obligaron el propietario a hacer un curso de relaciones humanas en el Ministerio de Protección Social. Estuvo clausurado alrededor de un mes. Pero no se trata de que me dejen entrar a mí. El asunto es qué les sucede a otras personas del común ¿Qué ocurre con mis hermanos, con mis sobrinos, con mis amigos? A mi hermana Zulma, por ejemplo, tampoco le dieron acceso a un bar a pesar de que el lugar estaba vacío. Ella me llamó y me contó y yo, inmediatamente, envié varios trinos desde mi cuenta. No descansé hasta que nos escribieron una carta de disculpa.
¿Cuánto hace que creó la fundación El Alma No Tiene Color y qué hace desde allí?
La fundé hace diez años y tomé su nombre de una famosa telenovela mexicana que contaba con la participación de Celia Cruz. Inicialmente la creamos para apoyar a niños enfermos de cáncer que no tuvieran recursos. Luego me di cuenta de que había muchas otras personas que necesitaban ayuda y otras, de mi grupo étnico, que acudían a contarnos sus necesidades. Empecé gestionando proyectos y algunas empresas decidieron acompañarnos. Poco a poco hemos avanzado y hoy desarrollamos varios programas con contenido humanitario.
¿Cuál es el eje de la fundación?
Gestionar proyectos para una población vulnerable mediante tres eventos importantes en el año y obtener ayudas para personas en situación de discapacidad. También buscamos becas para estudios universitarios aprovechando la ley de educación, a través de unas universidades que deciden apoyar a las jóvenes que se acercan a la fundación. Finalmente, tenemos talleres de capacitación, entre otros, para incentivar la autoestima y el sentido de los valores comunitarios.
En su fundación se creó el concurso Señorita Afrodescendiente. ¿Cuál es el objeto de ese nuevo reinado?
A raíz de que la OEA declaró que 2011 era el Año Internacional de la Población Afrodescendiente, decidimos organizar ese concurso. En Colombia hay 500 concursos de belleza anuales, mal contados. Pero este es el único que premia a la ganadora por sus condiciones de liderazgo y el galardón que se lleva es diferente a una corona: se le entrega una beca universitaria. Para aspirar al título, la chica debe exponer un proyecto que vaya a ser ejecutado en su comunidad y que busque el beneficio de la colectividad. La universidad le otorga la beca y se apodera de su proyecto, que deja de ser personal para que sea viable. Las aspirantes pueden representar a corregimientos, veredas, destinos turísticos, capitales, departamentos, etc. Ya llevamos cuatro versiones y estamos muy orgullosos de los resultados.
¿Solamente pueden concursar jóvenes de piel oscura?
No. Pueden participar todas las jóvenes que quieran ser líderes y que tengan una visión más allá de ser simples presentadoras de un programa de farándula. Las chicas que elegimos compiten en igualdad de condiciones. Las diferencia su proyecto, sea político, social, económico o cultural, a condición, como le digo, de que busque beneficiar a su comunidad.
Usted es una mujer exitosa, pero se la ve sola, sin pareja. ¿Es por discreción o porque no ha encontrado con quién compartir la vida?
Francamente le digo: ¡qué problema salir con un colombiano! Estoy por desistir.
¿Por qué? Me sorprende...
No se sorprenda. Los colombianos anteponen el color de piel a los valores con más frecuencia de lo que se imagina. ¿Sabe qué dicen?: “¡qué linda es”, “qué trabajadora”, “es camelladora”, todo terminado en “ora”. Y después de los homenajes agregan: “pero es negra”. Sí, me ha costado un poco acercarme a hombres colombianos, tal vez porque también estoy prevenida y porque gente de países más desarrollados tiene la mente abierta. Tengo que admitir que he ganado el respeto del medio por mi éxito y mi carácter. Pero me gustaría que me recibieran bien, a donde quiera que voy, no porque ven a la modelo sino porque reconocen a una persona con derechos.
Su conclusión es, entonces, que la discriminación es un defecto nacional.
Sí. Colombia discrimina y no tiene educación étnica. Soy afrodescendiente, tengo una identidad histórica y cultural, soy ciudadana del mundo con todos los derechos. Pero esta condición no se le reconoce a la población de piel oscura en el país.
¿Colombia también es hipócrita?
Sí. Colombia discrimina y es hipócrita porque se niega a aceptar que discrimina.
¿Racista yo?
El estallido racial del mes de agosto en Estados Unidos sorprendió al primer presidente de color de ese país: Barack Obama. Sucedió en la pequeña localidad de Ferguson, Missouri, cuando un policía, al parecer de raza blanca, disparó y mató a un joven afroamericano, Michael Brown, de 18 años, aparente responsable del robo a una tienda. La gente respondió con furia porque las autoridades, en vez de anunciar el inicio de un juicio contra el policía, parecieron disculparlo con el argumento de que el sospechoso se había enfrentado a tiros con él. Esta posibilidad fue descartada por testigos del hecho. La reacción social fue violenta: además de protestas y manifestaciones masivas, hubo saqueos al comercio, bloqueos en las calles e incendios. El gobernador tuvo que declarar estado de emergencia y toque de queda durante varios días para aplacar la furia de una comunidad en la que dos tercios de los 21 mil HABITANTES son de la etnia. Los colombianos, entre tanto, se enteraron de estas noticias como si fueran ajenas, por completo, a la realidad nacional. Pocos se reconocen como discriminadores de cualquier orden y, menos aún, como racistas. Pero lo cierto es que las actitudes sociales contra la población afrodescendiente son comunes y casi rutinarias a pesar de que violan la Constitución.
Con el lenguaje también se discrimina
¿En el lenguaje coloquial, por ejemplo, al llamar “negro” a alguien, puede existir un germen de discriminación?
En el lenguaje correcto se habla de raza humana cuando nos referimos a los seres humanos. Al decirle a alguien “negra”, quien así lo hace está poniendo por encima de su condición humana la del color de la piel. Es notorio el sesgo discriminatorio porque nadie, para referirse a usted, le dice “blanca”; o a otra de color cobrizo, “mestiza”. Parte de la tarea que nos hemos impuesto en la fundación que creamos es la de promover el uso igualitario de las expresiones no sólo en cuanto al color, sino también en cuanto a la condición física, sexual, nivel de estatura, etc. Todo ese tipo de señalamientos puede parecer chistoso, amoroso, cariñoso, pero, al fin de cuentas, siempre conduce a una forma de discriminación.
Para referirse a los afrodescendientes, según usted, ¿la expresión correcta es “personas de piel oscura”?
Sí. Cultural y mediáticamente, al término “negro” se le atribuye una connotación negativa: “las aguas negras”, “un pasado negro”, “una suerte negra”. Alguien dirá que esos usos son neutros y que no buscan hacer daño, pero lo cierto es que la repetición de los mismos conceptos propician actitudes discriminatorias.
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